Lunes 01 Mayo
IV de Pascua
4° del salterio
He 13,26-33/Sal
2 /Jn 14,1-6 (o
bien: Gén 1,26-2,3
( o bien: Col 3,14-
15.17,23-24.) /Sal
89 / Mt 13,54-58)
S. José Obrero, m.l.
Jeremías; Orencio y
Paciencia; Peregrino
PALABRA:
Juan 14,7-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
¡Qué despedida más hermosa!
¡Qué despedida más hermosa, más esperanzada! Jesús, sembrador de paz, en todo momento: «No pasa nada. No perdáis la calma». Los detalles de humanidad son entrañables. Pero una humanidad tan fundida con la fe religiosa y la esperanza del que está persuadido que las limitaciones de lo humano se verán trascendidas. «El camino soy Yo», dice el Señor. Y, por lo tanto, nuestra tarea es sencilla: identificarnos con Él, escuchar su palabra, hacer nuestras sus actitudes de cercanía a los demás, de sembrar el bien, de curar heridas... Unidos a Él, crucificados con Él, resucitaremos con Él.
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