miércoles, 3 de mayo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 02/05/2017



Martes 02 Mayo
IV de Pascua
4º del salterio
He 13,44-52 / Sal 97
/Jn 14,7-14







S. Atanasio,m.o
Nª Sra. de Araceli 
Boris y Gleb; ZOE

PALABRA:
Juan 14,1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».


El Dios cercano, junto a nosotros
Felipe aborda la cuestión que todos llevamos dentro: «queremos ver a Dios y pedimos que se nos muestre». Y por eso le dice a Jesús: «Muéstranos al Padre», o sea, «Muéstranos a Dios», dinos cómo es Dios. Felipe seguía creyendo en el Dios infinito y absoluto del que siempre había oído hablar. Pero lo que quizás no le cabía en la cabeza era que el Dios del Sinaí, el Dios vencedor de todas las batallas, estaba allí, delante de él, cenando con él, despidiéndose de él. Benedicto XVI, en su obra Jesús de Nazaret, nos lo dirá con palabras clarividentes: «¿Qué nos ha traído Jesús?». Y responde: «Nos ha traído a Dios». Nos lo ha acercado tanto que podemos verle, oírle, tocarle. Ese Dios ha puesto su tienda de campaña en medio de nosotros. Podemos escuchar sus latidos de amor en nuestro corazón.


Señor, quiero verte, sentirte, contemplar tu silueta, saber que tus latidos casi puedo tocarlos con mi mano. Señor, muéstranos cada día el rostro del Padre, un rostro que sonríe, que nos inunda de esperanza, que nos abre los más hermosos horizontes de vida y de plenitud.


              


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