lunes, 31 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 30/07/2017



Domingo 30 Julio
XVII del T.O.
lº del salterio
Éx 40,76-21.34-
38/Sal 83/Mt
13,47-53




S. Pedro
Crisólogo, m.I.
Braulio María,
Federico y comp.;
Bto. Eduardo Powell;
Bto. Faustino

PALABRA:
Mateo 13,47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?». Ellos le contestaron: «Sí». Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del Reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo». Cuandd Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Todos cabemos en el Reino de los cielos
Jesús, en sus señanzas, utiliza imágenes que son muy conocidas por la gente. Varias veces n habla de la barca, de las redes para pescar, de la pesca y del número de peces. M cha gente vivía de esta profesión de pescar, en el lago. Y la hermosa lección que Jes duiere que aprendamos bien: «En el reino de Dios cabemos todos, sin distinción de buenos y malos, ya que estas distinciones se harán al final de los tiempos». El juicio corresponde a Dios, no a los hombres. ¡Cuántas veces los hombres hemos querido ocupar el puesto de Dios, y nos hemos puesto a salvar o a condenar por nuestra cuenta, con juicios categóricos! No podemos acabar todos igual, si es que Dios es Dios y hace justicia. Pero lo que no sabemos es en qué consistirá la aplicación de esa justicia, y cuáles son las medidas que Dios va a aplicarnos a cada uno.

Señor, confío en tu Palabra, confío en tu Corazón pero, sobre todo, confío en tu mkericordia. Tú lo sabes todo, dijo tu apóstol Pedro, Tú sabes que te amo. Y sabes, Señor, que miramos nuestras manos y las encontramos casi vacías, pero rebosantes de anhelos de reclinar nuestra cabeza en tu regazo.



               





sábado, 29 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 29/07/2017


Sábado 29 Julio
XVII del T.O.
lº del salterio 
EX 34,29-35 /Sal 
98 /Mt 13,44-46 
(o bien 1Jn
4,7-16 / Sal 33 /In
77,19-27)






Sta. Marta, m.o. 
María; Olav II;
Urbano II; Adán;
Beatriz


PALABRA:
Mateo 13,44-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».



El tesoro y la perla
Jesús nos ofrece dos pequeñas parábolas: la del tesoro escondido en el campo y la del comerciante de perlas finas. Y una gran lección: muchas veces nos movemos en el terreno de las «creencias» o incluso de lo que pudiéramos llamar el «costumbrismo religioso», pero sin grandes compromisos y, sin embargo, no llegamos a las «convicciones personales», que son las que determinan nuestras decisiones y nuestros hábitos de vida. No es lo mismo creer en el Evangelio, porque es algo que lo aceptamos sin más, que hacer de esa «creencia» una profunda «convicción» que nos transforma la vida. El evangelio pasa a ser para nosotros un «tesoro» que estamos dispuestos a comprar aunque tengamos que desprendernos de otros bienes; pasa a ser para nosotros «una perla fina», de gran valor. Toda la vida la vemos a través de las enseñanzas evangélicas.





Señor, quiero que tu Evangelio sea para mí algo más que una lectura reposada. Quiero que sea un manantial de mensajes que pasan, de mis ojos a mi corazón, y de mi corazón a mi vida.








               






CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 28/07/2017


Viernes 28 Julio
XVII del T.O.
1 a del salterio
Éx 33,7-11; 34,56.-
9.28 / Sa1102 / Mt
13,36-43






Pedro Poveda;
Catalina Tomás;
Inocencio I; Víctor 1;
Nazario y Celso; Bto.
David Carlos

PALABRA:
Mateo 13,36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».


Dios tiene la última palabra
La cizaña aparecerá siempre en la besana de la historia. Junto al trigo, la mala hierba. Los «obreros del Señor» quieren siempre arrancarla, como primera medida. Jesús no lo quiere así: nadie está capacitado para enjuiciar, para decirnos cuál es la hierba buena y la hierba mala. Jesús extiende así un manto infinito de comprensión sobre toda la humanidad. «Si supiéramo la última verdad de las cosas tendríamos compasión hasta de las estrellas». Es cierto. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar, salvar o condenar, bendecir o mald,eír? Jesús deja ese último juicio a Dios, que tiene la última palabra de fa historia. Nos previene el Señor contra el pecado de intolerancia: «destruir lo que no va con nosotros, eliminar al adversario». Jesús es la comprensión infinita, la oportunidad permanente de salvación.


Señor, haz que ocupemos nuestro puesto, cumplamos nuestra misión, caminemos por tus senderos, sin apropiarnos de tus juicios. ¡Cuántas veces condenamos, amparándonos en nuestros puntos de vista! ¡Cuántas veces juzgamos por las apariencias! ¡Y cuántas veces nos equivocamos, Señor! 






viernes, 28 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 27/07/2017





Jueves 27 Julio
XVII del TO.
lº del salterio
Éx 32,15-24.30-34 
/Sal 105 /Mt 
13,31-35






Aurelio de Córdoba 
y comp.; Cucufate; 
Clemente de 
Ochrida; Pantaleón


PALABRA:
Mateo 13, 33-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más altá que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas». Les dijo otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente».
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no
les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi
boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación
del mundo».


Pequeñas parábolas, grandes mensajes
Pequeñas parábolas, grandes mensajes. Nos hemos detenido muchas veces en este pasaje del evangelio: un grano de mostaza, algo insignificante; un poco de levadura, no más. Y basta. El reino de Dios, mientras estemos en este mundo, será una cosa insignificante. Y precisamente lo pequeño e insignificante es lo que produce plenitud. No acabamos de aceptar nuestra pequeñez:nuestra insignificancia, que, cuando acoge a Dios, escucha su Palabra y recibe sus dones, entonces se transforma por completo. Lo proclamaba aquel cursillista de Cristiandad, que había descubierto a Jesús y se había entregado a Él con ilusión: «Cristo y yo, mayoría absoluta».



Señor, desde mi pequeñez, quiero abrirme a la semilla de tu Palabra con el propósito de cultivarla, regarla y estar pendiente siempre de las dificultades y avatares que vayan surgiendo. También quiero ser levadura en la sociedad de mi tiempo, amasar afanes, fermentar proyectos y cocerlos durante todo el tiempo que haga falta.






                
















jueves, 27 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 26/07/2017


Miércoles 26 Julio
lº del salterio 
2Re 4,42-44 /Sal 
144 /Ef 4,1-6/ln 
6,1-15




Joaquín y Ana; 
Angelina; Olimpio; 
Valente; Bto. Tito

PALABRA:
2Reyes 4,42-44
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman». El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?». Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: "Comerán y sobrará"». Entonces el criado se los sirvió, comieron y 'sobró, como había dicho el Señor.





Salmo 144
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.








Efesios 4,1-6
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobre llevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Juan 6,1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan  para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Cristo bendice, nosotros compartimos
¡Cuántas lecciones en este hermoso pasaje de la multiplicación de los panes y los peces! Primero, el problema de la comida, la necesidad de alimentarnos, la carencia de lo necesario; segundo, la atención de Jesús a las necesidades de la gente; tercero, la compasión y la misericordia que desembocan siempre en hacer el bien, en solucionar problemas angustiosos; cuarto, las comidas de Jesús son siempre símbolos de convivencia, de relaciones humanas, de bondad, de respeto, de ayuda mutua y de solidaridad. Ante el problema del hambre, justicia y solidaridad. Jesús actúa con nosotros, en medio de nosotros, pidiendo que aportemos nuestro granito de arena, «ese poquito que yo puedo y hay en mí», como nos decía Teresa de Jesús, para conseguir la solución de los problemas.

No somos espíritus, somos personas... Nos veremos nosotros, humanos siempre, veremos, siempre humanamente, aun cuando veamos en su luz. La corporeidad humana es indestructible. Será transformada. Aquellos panes y peces nos anunciaban la Eucaristía, el alimento que nos ofrece la salvación.









miércoles, 26 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 25/07/2017




Martes 25 Julio
Oficio de la s.
He 4,33; 5,12.27-33;
12,2 /Sal 66 /
2Cor 4,7-15 / Mt
20,20-28








Santiago
Apóstol, s.
Cristóbal; Alberto;
Florencio; Valentina;
Mª del Carmen Sallés

PALABRA:
Mateo 20,20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Lo somos». Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos».


Los valores que Jesús inculca a sus apóstoles
Jesús va haciendo que aquellos hombres, a los que ha elegido, sean sus apóstoles, conforme a su corazón. Y, por tanto, que sepan bien a qué se comprometen, cuáles son los valores de su reino. Por eso, insiste tanto en la humildad, cuando ellos buscan los primeros puestos; insiste tanto en la opción por la gente sencilla, por los excluidos sociales, cuando ellos hablan de sentarse en un trono; insiste tanto en la entrega servicial, cuando ellos discuten para saber quién es el más importante, cuando ellos pretenden escalar puestos y subir cotas de honores. Jesús corta de raíz la ambición de poder, estar sobre los otros, dominarlos y obligarlos a actuar de una manera determinada. Jesús se planta con firmeza ante aquellos deseos de dominio de sus apóstoles.



Señor, nosotros queremos ser tus discípulos, siguiendo tus pasos; viviendo y cumpliendo tu voluntad sobre cada uno de nosotros; realizando nuestro proyecto de vida. Queremos seguirte siempre, de tu mano, buscando los valores de tu reino.


            





martes, 25 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 24/07/2017




Lunes 24 Julio 
XVI del T.O.
4° del salterio
Éx 20,1-17 /Sal 18/ 
Mt 13,18-23






S. Sarbelio 
Makhluf, m.l. 
Cristina; Cunegunda; 
Sisenando; Bta.
Mª del Pilar de S. 
Francisco de Borja


PALABRA:
Mateo 13,18-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se quéda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno».


Un saco, diez sacos, cien sacos
Jesús explica a sus apóstoles esta parábola. Es extraño, porque las parábolas se comentan por sí solas. No quiero comentar los primeros casos, que se pueden entender mejor, sino el último. En efecto, la semilla es buena y es la misma la que se siembra, pero el fruto depende de muchas cosas. Depende de la calidad de la tierra. Todos conocemos cristianos generosos y cristianos reservados, cristianos ilusionados y otros retraídos, cristianos emprendedores y otros que van a remolque. Depende también de las lluvias. La sequía se puede manifestar en largos períodos de una oración débil y debilitada, en problemas que secan la fuente de la ilusión y del optimismo. La sequía se puede manifestar en largos períodos de rutinas y de cansancios añadidos. Depende también la cosecha de la mano del labrador, de su sabiduría para abonar y escardar a tiempo. Jesús nos advierte que el fruto varía: en unos casos producirá ciento, en otros sesenta, en otros treinta por uno. No podemos despreciar al que produce menos, porque nadie es dueño de su futuro y nadie tiene las mismas fuerzas para afrontar la vida. Lo importante es que demos fruto. Lo importante es.que ese fruto lo pongamos para el bien y el servicio de la comunidad. El que tenga oídos, que oiga.












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