Miércoles 26 Julio
lº del salterio
2Re 4,42-44 /Sal
144 /Ef 4,1-6/ln
6,1-15
Joaquín y Ana;
Angelina; Olimpio;
Valente; Bto. Tito
2Reyes 4,42-44
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman». El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?». Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: "Comerán y sobrará"». Entonces el criado se los sirvió, comieron y 'sobró, como había dicho el Señor.
Salmo 144
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Efesios 4,1-6
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobre llevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Juan 6,1-15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Cristo bendice, nosotros compartimos
¡Cuántas lecciones en este hermoso pasaje de la multiplicación de los panes y los peces! Primero, el problema de la comida, la necesidad de alimentarnos, la carencia de lo necesario; segundo, la atención de Jesús a las necesidades de la gente; tercero, la compasión y la misericordia que desembocan siempre en hacer el bien, en solucionar problemas angustiosos; cuarto, las comidas de Jesús son siempre símbolos de convivencia, de relaciones humanas, de bondad, de respeto, de ayuda mutua y de solidaridad. Ante el problema del hambre, justicia y solidaridad. Jesús actúa con nosotros, en medio de nosotros, pidiendo que aportemos nuestro granito de arena, «ese poquito que yo puedo y hay en mí», como nos decía Teresa de Jesús, para conseguir la solución de los problemas.
No somos espíritus, somos personas... Nos veremos nosotros, humanos siempre, veremos, siempre humanamente, aun cuando veamos en su luz. La corporeidad humana es indestructible. Será transformada. Aquellos panes y peces nos anunciaban la Eucaristía, el alimento que nos ofrece la salvación.
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