lunes, 10 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 09/07/2017




Domingo 09 Julio
XIV del TO.
2° del salterio
Gén 44,18-21. 231)-
29; 45,1-5 / Sal 104
/ Mt 10,7-15





S. Agustín Zhao

Rong y comp.,
m.I.
Juliana; Verónica
Giuliani; Paulina


PALABRA: Mateo 10,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo».

Así hemos de evangelizar
Jesús envía a sus apóstoles para anunciar el reino de los cielos, con la misma misión que encomienda a los creyentes cristianos de todos los tiempos. ¿Cuál es el punto central de esa misión? «Dar vida y darla en abundancia», ofrecer razones para la esperanza, despertar entusiasmo para caminar, transmitir en vivo y en directo los valores del reino de los cielos: la verdad, el amor, la justicia, la libertad. Dos notas importantes subraya Jesús a sus apóstoles: primera, la gratuidad; segunda, la ausencia de medios de poder. La gratuidad, porque «todo es gracia y dones del Espíritu»; la ausencia de medios poderosos, porque el amor, la bondad, el respeto, la generosidad, la paz, son valores que no pueden ir «dependiendo» del dinero o del poder. Los poderosos medios de las nuevas tecnologías deberán ser solo instrumentos ocasionales, y estarán siempre impregnados del aroma de Cristo.




Creer en el Dios vivo es practicar a Dios con la vida y en la vida. Seguir a Jesús de Nazaret es proseguir su causa. Vivir la espiritualidad evangélica es cumplir el Evangelio. Todo es amar, como El nos amó primero.




               







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