jueves, 23 de julio de 2015

PALABRA Y VIDA: JUEVES 23/07/2015













23

jueves
Sta. Brígida de

Suecia, f.

Bernardo, Gracia

y María de Alcira;

Juan Casiano; Juana

de Orvieto; Bta.

Margarita Ma López
Oficio de la f.

21 2,19-22 / Sa133

/ In 15,1-8


                                      juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».


El cristianismo es fruto
Jesús nos habla del «fruto» que han de ofrecer sus discípulos y establece como condición primordial la «unión con Él», al igual que el sarmiento ha de estar unido a la vid para que broten los racimos. Tres mensajes urgentes para nuestra vida: primero, Jesús da una gran importancia al «fruto», hasta el punto de que si no hay «fruto» no hay cristianismo; segundo, se nos invita a «permanecer en Él» y, por tanto, a un trato de amistad, de relación íntima e intensa; tercero, los frutos del reino son claros: la verdad, el amor, la justicia, la libertad, la armonía, la paz... Para dar «fruto» se nos exige entrega, tanto como al grano de trigo que cae en tierra, que ha de fracasar y morir en la besana, para que pueda brotar después la espiga.


Visitar, conversar, convidar, es una manera eficacísima de evangelizar, la cordialidad es un verdadero sacramento. Por eso, el primero de nuestros frutos será el acompañamiento de cuantos sufren y necesitan cobijo, alimento y medicinas.

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